lunes, 18 de agosto de 2014

Según filósofos el miedo es:

Aristóteles dijo que el miedo siempre que permanece.  Un hombre puede destruir todo lo que tiene dentro de sí mismo,  el amor y el odio y las creencias,  e incluso la duda;  pe ro mientras se apega a la vida no puede destruir el miedo.  Es decir,  el miedo tiene un poder preponderante,  algo que también le reconoce Lovecraft donde sin preámbulos comienza afirmando que el miedo es la emoción más primitiva y más fuerte de la humanidad. Pero es preciso señalar que Phóbos todavía no significa miedo cuando lo menciona como la personificación divina de una acción que se presenta en el campo de batalla en compaña de Deimos Terror. Exactamente, phóbos, es un nombre de acción de rivado del verbo que significa huir.

No obstante, el paso de huida a miedo no debe extrañar a la vista de las compañías con las que asoció a Phóbos Y en cualquier aso,  la forma griega de llamar a la emoción más primitiva y más intensa de la humanidad se ha impuesto universalmente en el no menclátor de la Psicología para dar nombre a numerosas entidad nosológicas en las que el miedo es el rasgo principal.  Sobre el miedo desde un punto de vista estrictamente psicológico,  remito a los recientes y cualificados trabajos de Marino Pérez Álvarez,  Espacios y momentos del miedo en la ciudad el miedo está inscrito en el alma humana tanto por lo que tiene e ser humano de natural y de sobrenatural, cultural y aún se precisaría,  por lo que el miedo normal y miedo patológico de Enrique Echeburua.


El miedo, phóbos, es, indudablemente, un tema fundamental propio de la Psicología desde sus comienzos. Pero mucho antes de que ésta se constituyese como disciplina científica, el phóbos ya había despertado el interés de Aristóteles en diversas obras.  Aunque,  un poco primero, Platón se ocupó del miedo en el Laques,  un diálogo breve de juventud donde Sócrates discute con sus interlocutores sobre la andreia,  término este que por el momento dejo sin traducir ni definir,  pues las reflexiones más sistemáticas de Aristóteles sobre phóbos están inseparablemente relacionadas con ella.  No obstante,  es necesario señalar que Platón,  en el Laques en vez de phóbos  usa sobre todo la palabra deos,  significa temor y,  por tanto,  como especifica Chantraine tiene un carácter más general que phóbos.  De hecho,  añade Chantraine,  el gramático Ammonio distingue explícitamente phóbos  de déos,  siendo éste la suposición,  presunción,  sospecha o recelo de un mal por venir duradero,  mientras que el phóbos  es un golpe presente y momentáneo producido por algo aterrador.




Martín Heidegger, establece una diferencia entre dos sensaciones del hombre que muchas veces se confunden como iguales y que, de acuerdo con la diferenciación que hace este filósofo, están lejos de ser lo mismo. Hablamos de la diferencia que cabe establecer entre el miedo y la angustia. Hemos de tener en cuenta que el pensamiento se podría definir como existencialista. El objetivo de Heidegger, como existencialista, al diferenciar el miedo y la angustia es delimitar claramente qué entiende por angustia. 

La angustia es uno de los elementos básicos de las filosofías de tipo existencialista: podemos encontrarla tanto en el existencialismo anticipado por Kierkegaard como en el existencialismo de Sartre. Esta insistencia en abordarla es debida a que la angustia es un estado en el que el individuo expresa su interioridad ante la propia existencia. 

El miedo tiene la característica de ser objetiva: tenemos miedo de los dientes de un perro que intenta atacarnos. En cambio, la angustia es el temor a una cosa indefinida; sería como temer a un fantasma o alguna cosa creada por nuestra mente que no se puede delimitar objetivamente como provocadora de este temor.

Los dos estados son similares, ya que nos hacen sentir una inseguridad parecida, pero mientras uno de ellos tiene una referencia definida, el otro consiste en algo indefinido. De hecho, analizando un poco más este sentimiento, podríamos decir que el temor hacia lo desconocido que tenemos como posibilidad, nos provoca un sentimiento de inseguridad mucho más grande que el miedo hacia algo definido. Conocer el objeto de nuestra inseguridad de alguna manera provoca en el individuo una cierta seguridad, mientras que la inseguridad de la posibilidad crea un estado de alerta permanente por buscar o esperar la manifestación del objeto que crea nuestra inseguridad.





José Antonio Marina dice que es un sentimiento desagradable, subversivo, inquieto, con activación del sistema nervioso autónomo, sensibilidad molesta en el sistema digestivo, respiratorio o cardiovascular, sentimiento de falta de control y puesta en práctica de alguno de los programas de afrontamiento: huida, lucha, inmovilidad, sumisión y ello porque el sujeto se encuentra ante la presencia de un peligro.

Cuando al sujeto, sin la presencia de un peligro, le invade un sentimiento desagradable, subversivo, con activación de irregularidades digestivas, cardiovasculares sin objeto del que separarse, pero con tendencia a mantenerse en ese estado sin afrontarlo, ni huir, ni luchar.

Cuando los acontecimientos exigen al sujeto un esfuerzo que sobrepasa sus recursos mentales o físicos con signos de activación fisiológica mantenida e incapacidad de controlar la situación.

Dar miedo es muy rentable: si el miedo agudo o el más leve pero envolvente se imponen sobre los humanos, aquel que puede suscitar miedo se apropia hasta cierto punto de la voluntad de la víctima.


Michel Echenique Isasa, define el miedo como una interrupción súbita del proceso de racionalización. Lo primero que nos sucede cuando sentimos miedo es que perdemos la capacidad de racionalizar una situación cualquiera. Pero generalmente, cuando sucede algo, generamos un prejuicio, pensamos una especie de fantasía mental, muchas veces sin saber exactamente lo que está sucediendo. Esta fantasía puede acarrear consecuencias muy graves. Si estamos en una situación de peligro y sucede algo que desconocemos, es mejor no pensar.

Es fácil observar cómo en una situación de peligro muchas personas hacen justamente lo que no deberían hacer. Porque piensan sin saber lo que está sucediendo. Si alguien va en coche, entra en una curva con exceso de velocidad y piensa, lo primero que hace es frenar. Entonces es justamente cuando causa su desgracia, pues es ahí donde reside el peligro: frenar bruscamente en una curva yendo a alta velocidad. El miedo tiene la capacidad de evitar que hagamos algo mentalmente. Crea una situación de bloqueo para cualquier proceso mental.

El miedo, como sensación, es una parada súbita de todos los procesos de motivación y de racionalización. Cuando sentimos el impacto del miedo es como si algo cayese, nos quedamos sin fuelle, sin motivación para hacer cosas. Ese es el segundo fenómeno que el miedo produce y también, si lo observamos, es una interrupción súbita. Cuando suceden cosas, la tendencia es crear o una depresión traumática o una euforia. Hay personas que ante situaciones comunes reaccionan con euforia, y hay otras que se abandonan totalmente; son procesos relacionados con la motivación del individuo, y en cualquier situación de riesgo o de peligro, tanto la euforia como la depresión traumática son negativas.

Lo que causa problemas en situaciones de riesgo es la temeridad o el abandono. Es curioso observar cómo, cuando las personas están atrapadas por el miedo, terminan haciendo exactamente lo contrario de lo que deberían hacer.

Estas actitudes distan completamente del llamado instinto de supervivencia. En estas situaciones, las personas quieren huir y por eso acaban haciendo tonterías. Por el contrario, las personas que asumen el miedo conscientemente terminan haciendo las cosas acertadas. La mayor causa de accidentes y de muertes es el comportamiento que tenemos ante el miedo y no el miedo en sí.

El miedo percepción y el miedo sensación son una inhibición bloqueo de todas las funciones fisiológicas. Cuando surge el miedo, detiene los procesos de racionalización, de motivación y puramente fisiológicos. Nos quedamos sin condiciones para hacer nada por un instante; ni pensar, ni sentir, ni actuar.



No hay especie más miedosa que la humana. Es el tributo que hemos de pagar por nuestros privilegios. Como escribe Mowrer, nuestra desarrollada propensión a ser previsores y a sentir ansiedad probablemente da origen a muchas de nuestras virtudes, pero también da razón de alguno de nuestros fallos más evidentes. La inteligencia libera y a la vez entrampa. Nos permite anticipar lo que va a suceder información útil para sobrevivir, pero puede pasarse de rosca y provocar esas patologías de la anticipación que tan bien conocen los psiquiatras. Vivimos entre el recuerdo y la imaginación, entre fantasmas del pasado y fantasmas del futuro, reavivando peligros viejos e inventando amenazas nuevas, confundiendo realidad e irrealidad, es decir, hechos un lío. Para colmo de males, no nos basta con sentir temor, sino que reflexionamos sobre el temor sentido, con lo que acabamos teniendo miedo al miedo, un miedo insidioso, reduplicativo y sin fronteras.

El estrés, la ansiedad, el miedo son funcionalmente útiles. Incluso pueden ser agradables a veces. De ahí el éxito de los deportes de riesgo y de las películas de miedo. Hay un escalofrío atrayente. Podemos considerar miedos normales los que son adecuados a la gravedad del estímulo y no anulan la capacidad de control y respuesta. Es difícil encontrar criterios fiables para medir estos aspectos, por lo que frecuentemente apelamos a una mera evaluación estadística. Por ejemplo, el miedo a volar. En cierto sentido es normal, porque no estamos preparados para surcar los aires, pero en otro sentido no lo es, porque sólo resulta insoportable para un pequeño número de personas.

Un miedo patológico se corresponde con una alarma desmesurada, tanto en su activación como en su regulación. Se dispara con demasiada frecuencia y con umbrales de peligrosidad muy bajos, la aparición del miedo es demasiado fuerte, sin flexibilidad, un mecanismo todo nada. Además, no está modulado y se convierte con facilidad en pánico.

En conclusión: El miedo en sí, es una fuerza natural, a la cual nosotros denominamos como un riesgo, o advertencia desde diferentes puntos como; por el miedo hemos perdido varias oportunidades en nuestras vidas, porque nos causó un pánico ante una decisión o algo similar.


El miedo es fundamental en nuestra vida ya que, nos evita de cierta forma correr un peligro, tener miedo en abundancia es malo, porque así  no nos va a permitir llevar una vida normal. Pero en definitiva para superar nuestros miedos debemos es centrarnos en nuestra motivación trascendente, que nos empuja para seguir adelante a pesar de los riesgos que se tomen...  

Frases sobre el miedo:

-El miedo es un sufrimiento que produce la espera de un mal. Aristóteles

-De lo que tengo miedo es de tu miedo. William Shakespeare

-A lo único que tenemos que temer es al miedo por sí mismo. Franklin Roosevelt

-El miedo hace a los hombres creer lo peor. Curzio Malaparte

-El miedo puede llevar a los hombres a cualquier extremo. George Shaw

-El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son. Tito Livio

-La primera cosa contra la que el hombre tiene que batallar desde su nacimiento es el miedo. Miguel Bosé

-Los enemigos son grandes según el miedo que nos producen. No tengas miedo a nadie y no tendrás enemigos. Francisco García

-¿Miedo a la muerte? Uno debe temerle a la vida, no a la muerte. Marlene Dietrich


-No es valiente el que no tiene miedo, sino el que sabe conquistarlo. Nelson Mandela

3 comentarios:

  1. El Miedo es la cara emocional. La otra cara del mismo fenomeno es Racional, el Suponer. Son indisociables. A ves opera primero el lado emocional pero la mayoria de las veces es un suponer que no detectamos conscienremente.

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  2. STREAM "LIFE GOES ON" PARA UNA MEJOR VIDA PENDEJOS...

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